Amaiti Centre es un espacio de descubrimiento que va más allá de lo psicológico. A través de la investigación individual y en grupo, seminarios, prácticas de silencio, profundización en textos de sabiduría, entre otras actividades, aprenderemos a soltar lo psicológico, en un viaje apasionante que realiza nuestro sentido del «yo».
En todas las terapias, en todos los esfuerzos psicológicos, solemos tratar de cambiar aquello que percibimos y que nos hace sufrir. Puede ser que creamos ser demasiado inseguros, o que no sabemos establecer relaciones afectivas sanas, o tantas y tantas otras percepciones de nosotros mismos o de las personas y el mundo que nos rodea. Y queremos que eso cambie. Buscamos ayuda para cambiar, para ser personas más competentes, más queridas, mejores, más felices. Sin embargo, este es un camino que nunca termina. Siempre salen nuevos conflictos, -o viejos conflictos con capa nueva- que nos hacen sentir como cangrejos, caminando hacia atrás.
En Amaiti Centre dejamos de tratar de cambiar nada y pasamos del «hacer» al «ver«. El cambio puede llegar a ser una consecuencia, pero nuestro objetivo es la comprensión.
Imagina que vas por un bosque. Es noche cerrada. Gracias al cielo, llevas en la cabeza una pequeña linterna que te permite ver algo del camino por el que transitas. “Voy a ir por aquí que parece que el camino es más fácil”. Sigues caminando y al rato te encuentras con un obstáculo que te impide seguir. Paras e inmediatamente empiezas a pensar qué hacer para vencer el obstáculo. El bosque está muy oscuro. Sigues pensando… Puede ser que se te empiecen a ocurrir posibles soluciones. “Podría escalarlo, pero es demasiado alto” o “no sé escalar”. «Podría hacer un agujero por debajo, pero eso me llevaría mucho tiempo». Igual, si estás muy desesperado, le pides consejo a algún amigo de confianza. Y él también te dice lo que puedes hacer “¿por qué no tratas de saltar por encima del obstáculo con una pértiga?”. Y tu lo valoras, en tu cabeza barajándose todas las posibilidades. “¿Qué hago? ¿Qué hago?” Y de repente cae un rayo del cielo. Por un instante todo el bosque se ilumina. Gracias al cielo tu en ese mismo instante tenías los ojos abiertos.Y ves. Ves que el obstáculo que tienes delante sólo tiene unas docenas de metros de ancho y que vas a poder bordearlo sin problemas. Lo ves con total claridad. La opción se ha presentado de golpe, con la misma rapidez con la que el rayo ha iluminado el bosque. Puede ser que todo vuelva a estar a oscuras, excepto lo que ilumina tu linternita, pero sabes perfectamente qué hacer. Te pones a bordear el obstáculo. Quizá aquel compañero que te aconsejó te advierte que te estás equivocando. Pero tu sabes porque has visto.
Pero tenemos que aprender a mirar, a mirar más allá de lo percibido, más allá de lo aparente. Y esa es nuestra tarea, nuestro propósito.
¡Bienvenidos!
Dra. Marta Schröder